A la hora de decidirse por un tipo de munición para armas con cañones rayados, el tirador cuenta con un amplio abanico de posibilidades. Los fabricantes de munición para rifles producen numerosos calibres, que van desde el pequeño .22 de fuego anular hasta los potentes .458 Winchester o el .460 Weatherby Magnum para caza mayor. En cuanto a su estructura, el cartucho rayado se compone de 4 elementos fundamentales: la vaina, la pólvora, el detonador y la bala.
1) Vaina: presenta una estructura metálica, en la mayoría de casos de latón, que resulta tremendamente resistente y flexible. En su interior contiene la pólvora.
2) Pólvora: se trata fundamentalmente de nitrocelulosa en polvo o granulada. Al explotar, genera el gas necesario para que la bala salga disparada.
3) Detonador o pistón: a pesar de poseer un tamaño diminuto, cuenta con una importancia vital. Se activa cuando entra en contacto con la aguja percutora del rifle.
4) Bala o proyectil: es el elemento principal del cartucho y se coloca en uno de sus extremos. La bala también ayuda a sellar la vaina y a mantener la pólvora en su sitio.
La carga propulsora de los cartuchos de rifles se rellena con una serie de partículas de combustible sólido que reciben el nombre de “grains”. La detonación de estas partículas es la que provoca la expulsión de la bala de plomo o de cobre.
El calibre de estos cartuchos está directamente relacionado con el diámetro de la bala utilizada. Puede expresarse en milímetros, siguiendo la tradición europea, o en pulgadas, atendiendo al modelo anglosajón. En Europa también existe la costumbre de indicar junto al calibre la longitud de la vaina del cartucho. Así, por ejemplo, podemos encontrar una nomenclatura que indique 8x57mm. Esto significa que el diámetro de la bala es de 8mm y que su vaina mide 57mm.
Toda la munición utilizada en los rifles cuenta con una gran velocidad inicial. A diferencia de lo que ocurre con las escopetas, algunos de estos cartuchos resultan enormemente precisos a largas distancias. La elección de este tipo de munición siempre irá en función del uso que se le vaya a dar, del tipo de arma empleada, y de la pieza que se quiera abatir. En este sentido, el mercado armamentístico ofrece una gran variedad de calibres que pueden ser idóneos para cazar un determinado animal pero que también pueden resultar totalmente inefectivos para abatir a otros.
Según su forma, pueden diferenciarse dos tipos básicos de vainas: la denominada rebordeada o de pestaña, y la que no lleva pestaña. Por su facilidad de extracción y colocación, las vainas rebordeadas resultan muy útiles para los rifles basculantes, mientras que las que no presentan pestaña suelen emplearse en los rifles de cerrojo y en los automáticos.
Básicamente, los cartuchos utilizados en las armas con cañones de ánima rayada se diferencian de los empleados en las escopetas en que los perdigones son sustituidos por una bala de plomo o de cobre. Por otro lado, en función de la forma y el material de su punta, pueden distinguirse dos tipos de balas: las reforzadas y las que poseen una punta más blanda. La bala reforzada suele presentar una forma cónica, lo que le confiere mayor velocidad y precisión a largas distancias. Esta bala cuenta con un alto poder de penetración, incluso pudiendo llegar a traspasar el objetivo. Su principal utilización es la militar, ya que no resulta tan destructiva como las balas con puntas blandas. Por su parte, las balas blandas, con una forma un poco más redondeada, se caracterizan por deformarse en el momento que impactan contra el objetivo. Esto provoca que aumente su poder destructivo y su poder de parada, causando una muerte más rápida al animal. Su uso se limita a la caza mayor.
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